jueves, 3 de mayo de 2018
1.8. EL REINO NAZARÍ DE GRANADA (1237-1492).
1.8. EL REINO NAZARÍ DE GRANADA (1237-1492).
Ante
el avance cristiano fueron sucumbiendo todos, excepto el de Granada (1237-1492)
bajo la dinastía árabe de los Nazaríes, que logró sobrevivir aunque sometido al
vasallaje de Fernando III, rey de Castilla y León.
Dividido
en tres circunscripciones o coras: Elvira (Granada), Rayya (Málaga) y Pechina
(Almería), en sus dos siglos y medio de existencia la dinastía nazarí mantuvo
la independencia gracias a su hábil gestión diplomática con los reinos
cristianos y la llegada masiva de andalusíes procedentes de otros reinos que
incrementaron su potencialidad económica. Finalmente, los Reyes
Católicos emprendieron una guerra de conquista (1482-1492), que concluyó
con la incorporación definitiva del reino de Granada a la Corona de Castilla.
1.7. LA UNIFICACIÓN ALMOHADE (1146-1232).
1.7. LA UNIFICACIÓN ALMOHADE
(1146-1232).
Hacia el año 1147, tuvo lugar la invasión almohade, nuevo imperio islámico norteafricano, que ocupó Al-Andalus y amenazó gravemente a los reinos cristianos. La invasión almohade fue difícil y lenta, derrotaron en Alarcos (1195) a Alfonso VIII de Castilla pero la reacción cristiana se materializó en la victoria de Las Navas de Tolosa (1212), clave en el proceso de la Reconquista cristiana (pérdida de Córdoba en 1236) y que supuso la división de los dominios musulmanes en los tres reinos (terceras taifas) de Murcia, Valencia y Granada.
1.6. LA UNIFICACIÓN ALMORÁVIDE (1090-1145).
1.6. LA UNIFICACIÓN ALMORÁVIDE (1090-1145).
Los
almorávides eran bereberes del norte de África que habían
consolidado un poder importante en la zona. Su islamismo estaba caracterizado
por un rigorismo excesivo y la profesión de los principios más
estrictos del islam. En 1086, al mando de Yusuf ibn Tasfin comienzan
su ayuda a las taifas y la expansión por Al-Andalus frenando a los castellanos
en Sagrajas, Consuegra y Uclés. Su avance fue frenado en Valencia (conquistada
por el Cid en 1094) y en Zaragoza (conquistada en 1110 y arrebatada
en 1118 por Alfonso I el Batallador de Aragón).
Las subidas de impuestos (pagar la guerra) y su ortodoxia religiosa terminaron generando revueltas internas, fragmentación política y la aparición de los segundos y más débiles reinos taifas, de corta duración (unos diez años).
1.5. LOS REINOS TAIFAS (1031-1090).
1.5. LOS REINOS TAIFAS (1031-1090).
En
1031, se formalizó la desaparición del Califato de Córdoba y culminó el proceso
de formación de los reinos de taifas, Estados independientes (Sevilla, Córdoba,
Badajoz, Toledo, Zaragoza, etc.), muchos de los cuales tuvieron una existencia
efímera.
Este mapa
político tan fragmentado refleja las profundas divisiones étnicas y
políticas de la sociedad andalusí Esta situación debilitó Al-Andalus y fue
aprovechada por los reinos cristianos, que pasaron de la colaboración puntual a
la exigencia del pago de parias a cambio de su protección,
estos tributos reforzaron el poder militar cristiano y el avance territorial
que llevó a la ocupación de Toledo (1085) por Alfonso VI de Castilla.
Ante la amenaza del creciente expansionismo cristiano algunas taifas (Sevilla,
Badajoz, Granada, etc.) buscaron la ayuda de los almorávides.
1.4. EL CALIFATO DE CÓRDOBA (929-1031).
1.4. EL CALIFATO DE CÓRDOBA (929-1031).
El advenimiento al poder del emir Abd al-Rahman III (912-961) provocó un cambio en la dinámica política anterior que amenazaba con la disgregación de Al-Andalus. En veinte años consiguió someter todo el territorio andalusí y frenar el avance cristiano por la meseta norte.
En 929, tras eliminar la oposición de sus enemigos internos, rompió los vínculos con Bagdag y se proclamó califa, es decir, jefe religioso y príncipe de los creyentes. Abderramán III trabajó en dos aspectos fundamentales: la pacificación del territorio (someter los tugur de Badajoz en 930 y Toledo en 932) y, de nuevo, en el fortalecimiento de la estructura del Estado en los aspectos fiscal, político y militar. Se reorganizo la recaudación fiscal y centralizó su gestión, en la administración política creó una aristocracia palatina muy vinculada a su persona y dirigida por una hachib (especie de primer ministro o jefe del gobierno) y visires(secretarios o ministros) y, por último, los impuestos financiaron un ejército mercenario de bereberes y esclavos. De este modo, se inauguró el Califato de Córdoba, la etapa más brillante de la historia de Al-Andalus, en especial durante el reinado de Al-Hakam II, hijo y sucesor de Abderramán III.
La última etapa del Califato la encarna la figura de Almanzor (versión castellanizada de Al-Mansur bi-Allah – “el victorioso por Dios”) que consiguió monopolizar el poder bajo el califato nominal de Hisham II y establecer una dictadura militar basada en los éxitos militares (razias) contra los reinos cristianos (Barcelona y Santiago). Su autoridad garantizaba el orden y equilibrio entre árabes, bereberes y eslavos, pero a su muerte (1002), su hijo Abd al-Malik no supo mantener la misma línea y murió prematuramente en 1008.
Las tensiones entre las distintas
etnias y territorios provocaron que el califato se disgregara en diversos
reinos taifas en el año 1031.
1.3. EL EMIRATO INDEPENDIENTE (756-929).
1.3. EL EMIRATO INDEPENDIENTE (756-929).
Abd
al-Rahman I fundó el
Emirato de Córdoba, independizándose política y administrativamente del
Califato de Damasco, aunque mantuvo con el mismo una
unidad religiosa y cultural. Para consolidar el nuevo Estado andalusí
y afianzar su poder se formó un sólido núcleo de fieles que
ocuparon los cargos públicos, se corrigió la organización administrativa y se reorganizó
la recaudación de impuestos. El aumento de la recaudación permitió, a su
vez, la creación de un ejército mercenario y permanente
compuesto por tropas de todas las etnias más un núcleo de esclavos extranjeros,
este ejército realizó aceifas o expediciones militares de
castigo contra los reinos cristianos del norte.
Pero
este fortalecimiento del Estado islámico se encontró con dos
limitaciones, una militar, la organización centralizada generó
el recelo de los gobernadores militares de los territorios fronterizos (Tugur
). Las revueltas de Zaragoza, Toledo y Mérida en tiempos de Hakam I (796-822)
son la mejor expresión. Por otro lado, los problemas
sociales con la población muladí y mozárabe, por el aumento de la
presión fiscal y el empeoramiento de las relaciones entre cristianos y
musulmanes (acentuación del proceso de islamización).
La inestabilidad política, la
creciente debilidad del poder central y el avance cristiano hicieron necesario
un cambio de rumbo en la historia de Al-Andalus que llegaría con el Califato.
1.2. EL EMIRATO DEPENDIENTE (711-756).
1.2. EL EMIRATO DEPENDIENTE (711-756).
Entre
711 y 756, Al Andalus fue un valiato, esto es, una provincia del
califato de Damasco dirigida por un valí (gobernador). En este
período, Córdoba se convirtió en la capital política de
Al-Andalus. Los aspectos más relevantes de esta primera fase fueron: la continuación
de la expansión hasta el 732 con la derrota en Poitiers, los
primeros enfrentamientos internos entre las principales
facciones de la aristocracia árabe (qaysíes y yemeníes) y los conflictos con
los bereberes(musulmanes pero no árabes) quejosos de la discriminación a
que los sometía la minoría árabe. El malestar bereber, tanto en el norte de
África como en Al-Andalus giraba en torno a dos problemas: los
elevados impuestos y la adjudicación de las peores tierras a los bereberes,
ambos fueron la causa de sucesivas revueltas e inestabilidad.
El
acontecimiento que pone fin al periodo es el cambio político sucedido en el
mundo árabe-musulmán en el 750: la caída de la dinastía de los Omeya en
Damasco y su sustitución por la dinastía de los Abasíes. El único miembro
superviviente de la dinastía derrocada, Abd al-Rahman (Abderramán)
huyó a Al-Aldalus, se adueñó del poder y proclamó un emirato independiente, que
sólo acataba la autoridad religiosa del califa, ahora residente en Bagdad.
¿Cómo
pudo establecer un régimen nuevo recién llegado? ¿De quién obtuvo respaldo Abd
al-Rahman al llegar para ser aceptado? De tres grupos enfrentados con el poder
preexistente: los sirios (llegados para contener las revueltas bereberes) ya
que los Omeyas era una familia siria, de los yemeníes (enfrentado a los
qaysíes) y de parte de los bereberes, un nuevo poder abría esperanzas de cambio
a estos grupos.
jueves, 26 de abril de 2018
1.1. CONQUISTA Y EXPANSIÓN ISLÁMICA.
La
conquista árabe-musulmana de la Península Ibérica comenzó en el año 711. Dos
fueron las razones principales de esta invasión:
- El
Estado visigodo padecía una profunda crisis por los continuos
problemas sucesorios de la monarquía electiva. Las luchas
entre nobles que aspiraban a la corona provocaron una fuerte inestabilidad
política y debilitaron el poder militar.
- El
ímpetu expansivo del islam, que, en algo menos de un siglo (632-700), había
conquistado un extenso territorio que comprendía desde el Magreb hasta el
Imperio persa.
La conquista puede dividirse en dos fases:
a) Primera fase (711-716). En abril de 711, un ejército de 12.000 bereberes, al mando de Tariq, lugarteniente del gobernador árabe Muza, cruzó el estrecho de Gibraltar. Dos meses después, habida cuenta de la debilidad del Estado visigodo, derrotó al rey visigodo Don Rodrigo a orillas del río Guadalete. En los años siguientes, hasta 716, árabes y bereberes se aseguraron el dominio del territorio peninsular a través de pactos de capitulación con los nobles visigodos. Muchos de estos aceptaron someterse a los invasores mediante la firma de pactos económicos que les garantizaban el mantenimiento de buena parte de sus propiedades, así como su estatus social y religioso.
La conquista puede dividirse en dos fases:
a) Primera fase (711-716). En abril de 711, un ejército de 12.000 bereberes, al mando de Tariq, lugarteniente del gobernador árabe Muza, cruzó el estrecho de Gibraltar. Dos meses después, habida cuenta de la debilidad del Estado visigodo, derrotó al rey visigodo Don Rodrigo a orillas del río Guadalete. En los años siguientes, hasta 716, árabes y bereberes se aseguraron el dominio del territorio peninsular a través de pactos de capitulación con los nobles visigodos. Muchos de estos aceptaron someterse a los invasores mediante la firma de pactos económicos que les garantizaban el mantenimiento de buena parte de sus propiedades, así como su estatus social y religioso.
b)
Segunda fase (716-732). Desde
716 la conquista se hizo más dura y comportó la conquista de las tierras
próximas a los Pirineos y la Septimania. En el año 732 los musulmanes fueron
derrotados por Carlos Martel en Poitiers en su intento
de expansión a costa del reino franco. Del mismo modo, la hostilidad de vascos,
cántabros y astures, así como la accidentada orografía del terreno hizo
desistir a los musulmanes de su conquista, perfilándose como frontera de sus
dominios la cordillera Cantábrica y los Pirineos. Así el despoblado
valle del Duero se convirtió en una “tierra de nadie”, que servía de
frontera entre Al-Andalus y los pequeños reinos cristianos del norte
peninsular.